domingo, 1 de junio de 2008

Ser mujer de mil rostros


En el transcurrir del tiempo me he percatado que ser mujer no es lo mismo siempre, aunque las características genitales sean siempre las mismas. Pareciera que existen diversas categorías marcadas según el rol que nos toca vivir: madre, esposa, profesional, soltera, viuda, divorciada, religiosa, prostituta o lesbiana. Todo esto encarna distintas formas de sentirse mujer. Si en estos momentos comenzara una encuesta y le preguntaran a las mujeres del mundo qué es ser mujer y sentir como tal, me encontraría con que no hay dos conceptos exactamente iguales.

La historia de la humanidad está signada con ejemplos claros de mujeres que no se conformaron sólo con ser mujer y se arriesgaron a ir contra corriente.

Ser mujer implica sentimientos, puntos de vista contrarios, arraigos en la carne que marcan como hierros. No hay duda, Dios al crear al hombre, lo vió tan solo y desolado, tan desprotegido, tan indefenso, que en su infinito amor no le quedó más remedio que crear a la mujer...
De hecho, ser mujer ya es de por sí un reto. Un reto que nos coloca en las situaciones más disímiles. En un día eres mujer en mil imágenes diferentes, en mil roles diferentes, en miles de sentimientos diferentes.

De pronto vas por la calle y no eres la "mujer de la calle", de pronto eres la mujer del supermercado, la que hace compras, que no la dueña; eres la que mira las verduras, las frutas, la que hueles, pesas, palpas, la que mira las etiquetas y recuerda el artículo sobre el amarillo No.5 y las inconveniencias para la salud del glutamato monosódico; pero no eres la supervisora de la tienda, ni quien cultiva lo que llevas a tu mesa, pero sabes mucho de ello, en tus manos y sabiduría está la alimentaciòn propia y la de los tuyos; ah, pero no eres nutricionista, ni la chef de un gran restaurante, eres quien cocina en casa.

Tomas el auto, conduces, vas al Colegio, recoges a los niños propios y a los de alguna vecina, pero no eres taxista, ni dueña de una empresa de transporte escolar.

LLegas a casa, sacas la ropa sucia de la cesta y la clasificas: blanca, de color, de algodón, de licra, lavado rápido, sin exprimir y un largo etc. a tomar en cuenta; pero no eres textilera ni experta de una lavandería.

Coges la escoba o el cepillo, la aspiradora y barres, aspiras el polvo, usas un detergente para los baños, otro para los pisos, otro para las maderas, otro para las celosías, y hay que pulir la plata de la cubertería que heredé de la abuela o el jarroncito que está en el aparador; pero no eres Quìmico ni nada que se le parezca.

Además en tu hogar eres: maestra, economista, psicóloga, médico, enfermera, artesana, jardinera, plomero, electricista, abogada, secretaria, sacerdote, actriz y una mujer muy sexy y complaciente con tu pareja.. y, encima de todo esto "adivina", pues debes saber y encontrar todos los objetos perdidos de la familia. Si a esto le sumamos lo que hacemos en la calle para tener un sueldo o una remuneración honesta, entonces somos obreras de mil fábricas, campesinas de mil huertos y fundos, con miles de oficios, los mismos que día a día realizamos en casa, sólo que en estos nos pagan por hacerlo y en el diario vivir lo hacemos por amor.

!En fìn!, toda una artista de la vida, si lo pensamos bien, Dios nos creó en perfecta armonía con el hombre, para complemento uno del otro, Él, nos creó a su imagen y semejanza, nos creó como es Él, dualidad, simbiosis, unión, dos en uno y trío en uno cuando el hijo existe. Somos el reflejo de Dios, somos su proyección, su creatura, somos obras perfectas.




Migdalia B. Mansilla R.
Noviembre 2001

3 comentarios:

Elisabet Cincotta dijo...

Mi huella se acomoda en la marca que tu amistad deja en mí cada día, con la palabra y el afecto.
Como en botica todo se permite y mi alegría al leerte hoy es inmensa
besos
Elisabet

Migdalia B. Mansilla R. dijo...

Gracias Elisabet..¡gracias!

Besos,
Mig

Unknown dijo...

Hola Mig, en tus palabras encuentro coincidencias con pensamientos o reflexiones que he tenido. Mi tercera edad me ha dado muchas ventajas, como todas las edades tiene su encanto y es que debemos existir porque tenemos un rol en la vida, porque somos soporte y apoyo de aquellos que siendo más jóvenes nos piden que detengamos un momento la bicicleta mientras suben, que les demos un empujoncito para rodar y mantener el equilibrio y de paso que los observemos y miremos con admiración por lo que logran. Ante palabras como estas: "cuando tenga su edad, quisiera ser como usted" hasta el viento nos respeta... Un beso.